Un día de bodas el vino faltó,
imposible poderlo comprar.
¡Qué bello milagro hiciste Señor,
con el agua de aquel manantial!
Colmaste hasta el borde de vino
mejor las tinajas que pude llenar.
Yo puse mi esfuerzo, yo puse mi afán,
Tú pusiste Señor lo demás.
Es muy poco Señor,
lo que vengo a traer,
es muy poco lo que puedo dar.
Mi trabajo es el agua
que quiero ofrecer,
y mi esfuerzo un pedazo de pan.
Es muy poco Señor,
lo que vengo a traer,
es muy poco lo que puedo dar:
en tus manos divinas
lo vengo a poner,
tu ya pones Señor lo demás.
La gente con hambre sentada esperó
en el prado que baja hasta el mar;
con cuanto tenía a ti se acercó
un muchacho que quiso ayudar.
Tu mano en su frente, feliz descansó
en sus ojos su dulce mirar
El puso sus peces, el puso su pan,
tú pusiste, Jesús, lo demás.
Los hombres volvían al amanecer,
muy cansados de tanto bregar,
las barcas vacías,
¡qué triste es volver!
y de nuevo tener que empezar.
Salieron al lago a pescar otra vez:
tu palabra les hizo guiar.
Los hombres pusieron
la barca y la red,
tu pusiste, Jesús, lo demás.